1.10. La difusión de las ideas galtonianas

Aunque Galton no viviría lo suficiente para ver todo el florecimiento de las prácticas eugenésicas en el siglo XX – desde la esterilización forzada y los intentos de exterminación racial hasta el control genético y el aborto –, su intensa y persistente defensa de la eugenesia puso los cimientos de un gran número de sociedades eugenésicas por toda Europa y América. Él mismo fundó el Laboratorio Francis Galton para el Estudio de la Eugenesia y financió la cátedra Galton de Eugenesia en la Universidad de Londres. Sociedades eugenésicas y cátedras honoríficas con similares concepciones se multiplicaron por toda Europa y América en el cambio del siglo XIX al XX.
Hacia el final de su vida, Galton sostenía que la eugenesia era más amable y a la vez más efectiva que la selección natural. “La selección natural se apoya en la producción excesiva y en la destrucción en masa”, escribía en su autobiografía Memories of my life (Recuerdos de mi vida), mientras que “la eugenesia se ocupa de no traer al mundo más individuos que los que pueden ser adecuadamente atendidos, y sólo aquellos con la mejor sangre”.
Para Galton y sus seguidores, la eugenesia se convirtió en una especie de causa religiosa, un modo de salvar al mundo a través de la aplicación práctica de los principios que Darwin había proclamado. Galton estaba decidido a hacer que la eugenesia “se introdujese en la conciencia nacional como una nueva religión”, de modo que “la humanidad esté en el futuro representada solamente por las razas más capaces. Lo que la naturaleza hace de manera ciega, lenta y descuidada, el hombre lo puede hacer de forma providente, rápida y amable”. El siglo XX pronto pondría de manifiesto cómo los que compartiesen esa pasión y ese celo por la nueva religión de la eugenesia acabarían mostrándose mucho más implacables que la naturaleza. Hacia el final de su libro, Galton apuntaba cómo sería su utopía surgida de la eugenesia. Es imposible no ver en esos apuntes un guión para lo que los nazis intentarían imponer años más tarde.

“Podrá llegar un tiempo futuro, en año muy lejanos, en que la población de la tierra se mantenga en unos números adecuados y esté conformada por las razas adecuadas, de la misma manera que las ovejas se crían en una pradera bien ordenada o las plantas en un invernadero; mientras tanto, hagamos lo que podamos para propiciar la multiplicación de las razas más dotadas, de modo que surja una civilización ilustrada y generosa, y no se obstaculice, partiendo de un instinto erróneo de ayudar a los débiles, la llegada de individuos fuertes y sanos”.

Sería una interpretación totalmente errada de la historia pensar que la eugenesia fue asumida por los nazis solamente a partir de Galton. De nuevo, la obra de Galton alcanzó una gran difusión y fue ampliamente leída y alabada no sólo en Gran Bretaña, sino también en Estados Unidos, Francia y Alemania.

Paralelamente a todas sus actividades científicas, Galton se preocupaba de dar difusión a sus ideas, e intentaba que su doctrina ganara prosélitos. En 1873 publica quizá su último alegato en pro del perfeccionamiento de la raza emitido durante el siglo XIX, “El perfeccionamiento hereditario”. Quiere demostrar que su propuesta para mejorar la raza es viable y debe ser asumida por todos. Dice Galton:

“La mayoría de las autoridades en herencia admiten sin problemas que el hombre está sujeto a sus propias leyes en cuerpo y mente, igual que cualquier otro animal, pero existe una actitud casi universal de evitar o negar la posibilidad de que el establecimiento de este hecho pueda servir de beneficio a la humanidad. Se objeta que, por más que se filosofe, hombres y mujeres seguirán casándose como hasta ahora, según sus gustos personales; que cualquier perspectiva de mejorar la raza humana es absurda o quimérica, y que aunque las investigaciones sobre la herencia humana deben proseguirse, para satisfacción de las naturalezas curiosas, no tendrán importancia real. En oposición a estas objeciones, yo mantengo, en el presente ensayo, que es factible mejorar la raza human por un sistema que estará perfectamente de acuerdo con el sentido moral del momento presente”.

Expone entonces sus argumentos de siempre en relación con la herencia del atlento, argumentos que veremos expresados en sus textos repetidamente. Hace hincapié en el valor de la raza por encima de la educación y el ambiente, aún cuando estos últimos sean necesarios, y dice:

“La raza tiene un doble efecto, crea individuos mejores y más inteligentes, y se hace entonces más competente que sus predecesores para hacer leyes y crear costumbres, cuyos efectos actuarán a favor de su propia salud y de la educación de sus hijos…”

Su pensamiento quedará claro cuando diga, por fin, que:

“No es absurdo considerar, y puede ser predicado desde ahora, que, aunque la forma natural en que se manifiesta un corazón clemente y bondadoso sea el espíritu servicial con los débiles y la compasión hacia los que sufren, sin embargo la acción más valiosa de todas sea aportar una vida nacional vigorosa, y la única forma práctica y efectiva en que los individuos de débil constitución pueden demostrar piedad por los de su especie es con el celibato, a menos que quieran traer al mundo seres cuya raza esta predestinada a la destrucción por las leyes de la naturaleza. El anticiparse al lento y firme proceso de la selección natural, esforzándose por eliminar las constituciones débiles y los instintos innobles y despreciables y por conservar aquellos que son fuertes, nobles y sociales, llegará a ser algo reconocido como atera fundamental”.

Galton hizo algún otro intento por llamar la atención sobre el problema de la raza, uno de ellos en el discurso presidencial que pronunció en el Congreso Demográfico de 1891, celebrado en Londres. Se refirió en su discurso a la cuestión de la fertilidad de las clases y razas, fertilidad que, dijo, era siempre menor en las clases mejor dotadas, contribuyendo tal hecho a la decadencia racial que se vivía. Manifestó también lo útil que podría ser la selección de variaciones y subrazas que se adaptaran especialmente, por ejemplo, a los climas tropicales y africanos, lo que contribuiría enormemente a mejorar el proceso colonizador. Pero los intentos serios de introducción de la doctrina eugénica en los medios intelectuales y académicos no comenzaron hasta principios del siglo XX. Para estas fechas contaba Galton con dos colaboradores – que trabajaban en sus propios terrenos científicos – importantes por la labor que desarrollarían en el campo de la estadística y en el de su aplicación de esta ciencia a la bilogía, sociología y medicina, Kart Pearson y W. F.R. Weldon. Ambos llevaron adelante la escuela de biometría nacida de la inspiración aportada por la labor de Galton y más que nada por sus trabajos publicados en el libro Natural Inheritance (La herencia natural). Y en 1901 comenzaría a publicarse la revista Biométrica encabezada también por estos tres pioneros de la biometría, revista que les permitía publicar artículos que no les eran aceptados en otras revistas. Galton, pues, se siente más fuerte y decide iniciar una nueva campaña a favor de la eugenesia. El primer intento lo realiza en una institución muy apropiada, el Anthropological Institute, que le solicita que pronuncie la Huxley Lectura, su conferencia anual en honor de este importante científico. La conferencia pronunciada por Galton “The posible Improvement of the Human breed Ander the existing condtuions of law and sentiment” (La posibilidad de perfeccionamiento de la progenie humana en las actuales condiciones legales y sentimentales) tuvo poca repercusión en su propio país – Nature publicó sólo un resumen – pero muy amplia en los Estados Unidos, donde la Breeder´s Association, asociación de criadores, organizó rápidamente una oficina eugénica, en 1905, nombrando a Galton socio honorario. Uno de los integrantes de la directiva de la asociación de criadores era el importante genetista norteamericano Charles Davenport, que sería también el impulsor de la eugenesia en su país.
La preocupación social de los intelectuales iba en aumento, y en 1904 se funda la Sociological Society (Sociedad de Sociología), integrada por los más famosos nombres del momento. Nuestro científico victoriano piensa que esa puede ser la institución adecuada para hacer suyas las ideas eugénicas, y para difundirlas y organizar su puesta en funcionamiento. El 16 de mayo de 1904 se organiza, en palabras de Searle una “reunión cuidadosamente escenificada”. Con Pearson como presidente de la sesión, el anciano Galton, con sus ochenta y dos años y su entusiasmo intacto, presenta un resumen de sus ideas, exponiéndolas a la consideración de conocidos e importantes intelectuales y profesionales. La comunicación se titulaba “Eugenesia: su definición, alcance y propósitos” y fue publicada después, recogiendo también las intervenciones de los participantes, en la revista Sociological Papers y se reproduce, en este caso sólo la conferencia, al final de este volumen. La respuesta que dio Galton a las objeciones y problemas expuestos por los asistentes a la reunión fue escueta, repitiendo los argumentos ya expuestos. Los participantes fueron, entre otros, los psiquiatras Maudsley y Mercier, varios clínicos y especialistas en niños, un integrante de la administración en el terreno de la salud, L. Mackenzie – Medical Inspector to the Local Goverment Borrad of Sctotland era su título –, varios de los más afamados científicos estudiosos del fenómeno hereditario, militantes de campos contrarios – Pearson y Weldon por el campo bioestadística y Bateson cabeza de los mendelianos – y los intelectuales H.G. Wells, Benjamín Kidd, L.T. Hobhouse, George Bernard Shaw, etc. Se expresó en general una objeción común: según la experiencia, profesional o no, que todo tenían, la herencia no era por el momento algo predecible. Las cualidades de una persona no se podían prever por las características de los padres y antepasados – a menos de que se tratara de una enfermedad muy característica, de las pocas ya conocidas en su transmisión – y muchas veces, decían, una persona débil y enfermiza era muy válida socialmente, o muy inteligente. Tampoco se veía una posible forma práctica de actuación. El médico especialista en niños, él se comprometía a mejorar la raza inglesa en pocos años. La mayor parte de las intervenciones iban, más o menos, por el mismo camino, exceptuando las de los científicos, que se enzarzaron en una disputa metodológica en relación con el tema de cuál de las formas de estudiar la herencia era más válida.
A pesar de las opiniones, por lo menos cautas, de los que intervinieron en la conferencia, y de que Galton no consiguió el apoyo incondicional de la Sociedad de Sociología, no por eso dejó de conseguir que se formase una sociedad de partidarios de la eugenesia: esta sociedad se formó no sólo en su propio país, sino en muchos otros, aunque con variable fortuna y difusión.
Paralelamente a esta incursión en el mundo de los intelectuales, Galton introdujo la eugenesia en la Universidad. Se reunió con el rector de la Universidad de Londres y le propuso entregar 1.500 libras para pagar a dos personas, un becario y un ayudante, y después 500 libras al año, todo ello a cambio de locales y medios de trabajo para organizar en la universidad una oficina de registros o historiales eugenésicos, que además fueran estudiados y analizados estadísticamente. Esta oficina, la Eugenics Record Office, comenzó a funcionar en 1904. Un año después Galton pidió a Pearson que la oficina y el Laboratorio de Biometría, que él dirigía, se fusionaran, quedando bajo el control del propio Pearson. Este, aunque algo reticente al comienzo, aceptó y en 1906 surgió el Laboratorio Galton para la eugenesia nacional. Un patronato o comisión encargada de regir este laboratorio, en la que participaba también Galton, fue la encargada de elaborar una definición de Eugenesia Nacional, definición que rezaba así: “Estudio de los medios que están bajo control social, que pueden beneficiar o perjudicar las cualidades raciales de las generaciones futuras, tanto física como mentalmente”.
No habiendo tenido éxito en su intento de guiar a la Sociedad de Sociología por el camino de la eugenesia, Galton sigue intentando, ahora desde la sombra y a través de su amigo Montagu Crackanthorpe, que intelectuales y profesionales se agrupen en torno a su idea de mejora y perfeccionamiento de la raza, y trabajen por ella. En 1907 se separa una fracción de la decaída Liga de Educación Moral, que será el germen de la Eugenics Education´s Society (Sociedad para la educación eugénica), que realizará su primera Reunión General Anual en 1908. A esta reunión acudieron, según el Pall Mall Gazette – prestigioso periódico de “gentleman para gentleman” – más de doscientas “personas influyentes”. Galton no ingresaría en la sociedad hasta no ver asegurado su funcionamiento con la presencia de un presidente de confianza, que fue su amigo Crackanthorpe. La sociedad contaría, después, con un presidente que permaneció hasta los años treinta, el conocido y prestigioso major Leonard Darwin. Como hemos visto, era una organización integrada por personas influyentes de todos los sectores, aunque predominaban médicos y abogados. Esta organización no fue en absoluto del agrado de Pearson, que prefería el trabajo serio y callado y llamaba a los de la sociedad eugénica “propagandistas”. Por otra parte, gran número de los integrantes de la sociedad, o la mayoría de ellos, eran partidarios del mendelismo y despreciaban el trabajo “de actuario” de Pearson. Ambos grupos tuvieron varios enfrentamientos.
La sociedad eugénica – hoy en día se llama así, Eugenics Society – además de organizar el Primer Congreso internacional de Eugenesia en Londres en 1912, y de participar intensamente en los siguientes de 1921 y 1932, realizados éstos en Nueva York, desarrolló una amplia labor de difusión de las ideas eugénicas por todo el país, organizando cursillos y conferencias sobre diferentes temas de los relacionados con la eugenesia – educación sexual sobre todo – y propiciando la formación de otras sociedades no sólo en Gran Bretaña, sino en sus lejanas colonias – en la India se organizaron dos, y también en Australia y Nueva Zelanda – y en otros países europeos y americanos. Rápidamente fueron surgiendo sociedades en Francia, Italia, Alemania, Noruega, Suecia, etc. Las latinoamericanas fueron algo más tardías e inestables, pero llegó a formarse una Oficina Panamericana de Eugenesia y Homicultura con sede en La Habana. En España no llegó a existir una sociedad organizada, pero el tema era ampliamente conocido en los años veinte y treinta. Se realizaron un Curso Eugénico en 1928, y, posteriormente, en 1933 unas Jornadas Eugénicas en las que participó lo más granado del país. Los Estados Unidos de América fueron muy precoces en la organización de oficinas eugénicas y muy efectivos en cuanto a su influencia en la legislación. En pocos años se fueron aprobando leyes de esterilización forzosa de “anormales”, aunque en muchos casos no llegaron a ponerse en práctica.
Galton murió en 1911, feliz seguramente al ver como la doctrina, la “ciencia”, por la que tanto había luchado y trabajado, parecía cobrar fuerza y arraigo. No pensaba, seguramente, que su ideal del Estado que vela alegre y felizmente – así lo imaginaba él – por la pureza de la raza y la salud de todos sus miembros se plasmaría en la Alemania del Tercer Reich, que utilizó y reforzó, llevándolas hasta sus últimas consecuencias, las leyes eugénicas integradas en la legislación de la República de Weimar poco tiempo antes.

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