1.7. Criminales y locos

Para la doctrina eugenésica de Galton la existencia de individuos con comportamientos asociales, como delincuentes y criminales, tenía una enorme importancia. En coherencia con su credo hederitarista, creía que la conducta criminal era evidentemente hereditaria y, por consiguiente, su erradicación era un objetivo de la eugenesia.Sus opiniones estaban influidas por las ideas de los frenólogos. A este respecto, consideraba que existía una relación entre las características físicas del cerebro y las manifestaciones del carácter. En su biografía de Galtón, Raquel Álvarez Peláez sostiene que los aspectos fundamentales de la eugenesia se encuentran en la obra del frenólogo George Combe, The Constitution of Man, publicada en 1835. Sobre esta misma cuestión comenta que Galton mantenía la creencia de que el tamaño de la cabeza estaba en relación con las dotes intelectuales, por lo que, debido a que él tenía una gran cabeza, se llevó un fuerte disgusto cuando su discípulo Pearson demostró estadísticamente que no existía tal relación.
Por esa misma época el médico italiano Cesare Lombroso defendía la teoría de que la conducta delictiva es innata y que los individuos con inclinaciones criminales podían ser reconocidos por sus rasgos anatómicos externos:

"En 1870 llevaba yo realizando desde hacía varios meses investigaciones en las prisiones y manicomios de Pavía sobre cadáveres y personas para determinar la existencia de diferencias sustanciales entre los dementes y los criminales, sin demasiado éxito. Súbitamente, una sombría mañana de diciembre, descubrí en el cráneo de un delincuente una gran serie de anomalías atávicas […]. El problema de la naturaleza y el origen de los criminales quedó para mí resuelto".

Este descubrimiento iluminó sobremanera a Lombroso. No sólo había descubierto la causa del comportamiento criminal, sino que podía identificar a los criminales con un breve examen visual de los mismos:

"Al contemplar aquel cráneo, me pareció que, de golpe, iluminado como una vasta llanura bajo un cielo resplandeciente, podía ver todo el problema de la naturaleza criminal […]. Así se explicaban anatómicamente las enormes mandíbulas, los pómulos pronunciados, los arcos superciliares prominentes, las líneas de las manos separadas, el gran tamaño de las órbitas y las orejas en forma de asa que se observan en los criminales, los salvajes y los monos, la insensibilidad ante el dolor, la extrema agudez de la vista, la debilidad por los tatuajes, la excesiva ociosidad, el gusto por las orgías y el ansia irresponsable de maldad por sí misma, el deseo no sólo de extinguir la vida de la víctima sino también de mutilar el cadáver, desgarrar su carne y beber su sangre".

Aunque algunos autores han señalado que Galton era muy crítico con Lombroso, sus opiniones acerca de los criminales son harto semejantes. Galton también hace hincapié en la presencia de rasgos anatómicos característicos: “Hay un predominio de pelo negro entre los hombres de temperamento destemplado y áspero”. Más incisivo aún es en lo referente a los rasgos de carácter:

"El delincuente tiene una peculiaridad de carácter muy marcada; su conciencia es caso deficiente, sus instintos son viciosos, su poder de autocontrol es muy débil y generalmente detesta el trabajo estable […]. Toda mi información concuerda en afirmar al total falta de sinceridad de todos los delincuentes, por más plausibles que puedan ser sus afirmaciones".

A pesar de las evidentes similitudes entre las opiniones de Galton y Lombroso en materia antropológica criminal, también existen algunas notables diferencias. Para Galton, a diferencia de Lombroso, los delincuentes no eran en absoluto personas enfermas, pervertidas o locas, aunque no dejaba de señalar que entre ellos existe una considerable proporción de epilépticos: “Debemos evitar el considerar a los instintos viciosos como perversiones, puesto que ellos deben estar en estricto acuerdo con la saludable naturaleza del hombre y, siendo transmisibles por herencia, pueden convertirse en las características normales de una raza saludable”.
Sin embargo, a sus ojos, eso no disminuía la gravedad del problema planteado, ya que la población delincuente podía ser engrosada por personas débiles de carácter:

"El verdadero quid parece estar en que la población delincuente recibe aportaciones consistentes de los que, sin tener naturalezas delincuentes muy marcadas, pertenecen, sin embargo, aun tipo de humanidad extremadamente inadaptada como para jugar un papel respetable en nuestra moderna civilización, aunque está bien dispuesta para florecer en condiciones semisalvajes, ya que son naturalmente saludables y prolíficos. Son personas aptas para el mal; sus hijas se casan con delincuentes y se convierten en padres de delincuentes”.

Precisamente por este motivo, estimaba que “la perpetuación hereditaria de la clase criminal es un problema difícil de resolver”, y constituía todo un reto para la eugenesia.
A la vista de estas opiniones no resulta sorprendente la obsesión de Galton por diseñar métodos para la identificación de los criminales. Recordemos que fue el introductor de la técnica de las huellas dactilares. Él pretendía con ella conseguir un método fiable para la clasificación de los criminales. Aunque no consiguió su propósito, su técnica sigue usándose en la actualidad como forma de identificación individual.
Otro de los métodos que intentó aplicar fue el ya comentado de los retratos compuestos. Del mismo modo que existía un tipo ideal para las poblaciones o las razas, también lo había para los criminales. La técnica de los retratos compuestos, en opinión de Galton, como hemos visto, ponía de relieve las características comunes que identifican a los criminales como tales.
En contraste con esta preocupación por la delincuencia, Galton no prestaba excesiva atención a los enfermos mentales, ya que consideraba que la aplicación de medidas eugenésicas no presentaba complicaciones debido a la facilidad con que podían ser recluidos.

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